Joker: La luz de la vorágine

Aparición Joker

¿Qué hace que una película sea buena? ¿es el guion? ¿La musicalización? ¿La edición? O ¿podría ser la recepción? Los anteriores tan solo son unos pocos componentes a evaluar cuando se critica una película; en el nuevo filme escrito por Todd Philips y Scott Silver la fotografía es uno de los temas más impactantes que crea incluso una narrativa propia podemos aprender sobre el contexto y el personaje en cuestión. 

La cinta está repleta de secuencias donde observamos a Fleck recorrer las calles de la caótica y ya conocida ciudad Gótica, es en ellas que mediante el uso inteligente y sutil de la luz nos muestran dos de los puntos claves, la necesidad del protagonista de ser visto y el brillo armónico que ilumina al Joker cuando cede a sus impulsos.

Para tratar ambos temas quiero escribir sobre dos escenas en particular, en primer lugar tenemos el esperado encuentro con Thomas Wayne en el baño, un lugar repleto de luz donde una persona (de la alta sociedad de ciudad Gótica) evade completamente a Arthur, pasando frente a él como si no estuviera en la habitación a pesar de ser uno de los momentos con más luz y en la otra mano, el primer baile que cobra sentido de A. Fleck tras cometer sus primeros homicidios, dándonos lumínicamente en un lugar decadente una imagen limpia que reflejada a través de un espejo sucio y quebrado la psyché de nuestro protagonista balanceada ante el caos, observando como su risa dejaba de ser una condición y decoraba un pulcro y detallado baile.
En adición a lo anterior quiero mencionar que jamás había observado una Gótica tan tangible dejé por completo la versión de Batman (la promesa de la clase alta dándole estabilidad a la sociedad tras haberla fragmentado en primer lugar) y miré el monólogo de los aplastados, de la clase baja, del declive y descuido representado literalmente por bolsas de basura apiladas en todas las calles a lo largo de la película y como impactan neurológicamente en el sector social que es ignorado como deshecho en las vialidades o los enfermos mentales por el estado, porque en Gótica, Londres, Turquía, Washington y Toluca, no basta con que la luz te dibuje para ser visible.

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