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Tic, tac

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Tic, tac, tic, tac, ese maldito sonido fastidiaba toda la tranquilidad que impregnaba el departamento después de una pelea, ese silencio que aunque era incómodo era preferente, no pude más y me levanté retirándome del lugar sin verle, dejando la rosa roja que me regaló en la mesa. Mi respiración era agitada y los dedos de mi mano derecha no dejaban de jugar con aquel anillo que hace unos días el que se decía el amor de mi vida me regaló en un gesto desesperado por mantenerme en su vida y es que cómo no hay mejor manera de hacer públicamente que una mujer es tuya mas que con el matrimonio o al menos eso comentó entre gritos cuando hoy por la mañana le pregunté el porqué había decidido casarse conmigo si todo ese asunto no era de su agrado, de antemano fui consiente de que la respuesta no me iba a gustar sin embargo la curiosidad fue más fuerte y termine preguntándole lo que comenzó una discusión que no iba a tener fin, era un circulo vicioso, éramos un circulo vicioso.

Tic, tac, tic, tac era ese sonido de nuevo en el reloj central de la ciudad, rechiné mis dientes buscando algún lugar tranquilo y que me quitara el frío, inclusive busqué en mi abrigo algo con que cubrirme más pero sólo logré sacar un guante ¡Solo uno! Porque preferí salir de esa casa como si nada antes de fijarme, que va, siempre me pasa, siempre que peleamos es lo mismo, termino yéndome pero al final del día vuelvo porque soy suya, maldita sea ¿En qué momento me convertí en un objeto?

Al fin encontré la cafetería y al entrar pude sentir el calor que emanaba del calentador pegado a la puerta, no dude ni un segundo en ponerme cercana a el. Estaba toda congelada por la gran caminata que realicé. Pedí un café, la peor idea, no me iba a dejar dormir al llegar a casa… casa ¿Dónde esta eso? ¿Cómo se sentirá tener un lugar donde llegar y que te dejen ser? No lo sé, supongo que en algún momento lo supe pero ya pasaron años desde que dejé de ser y me convertí en algo, porque fui yo quien lo dejó llamarme suya. Me quedé mirando la taza de café perdida en mis pensamientos, las personas iban y venían justo como el día y la noche pero yo seguía ahí perdida en la taza de café, la cual ni siquiera había probado; Dejé de escuchar ese tic tac que tanto me fastidiaba pero al girar mi rostro para ver desde el ventanal que se encontraba a mi espalda la oscuridad pretendía apropiarse de todo pero las luces de la farola no se lo permitían era una lucha entre la luz y la oscuridad interminable entonces comprendí lo que estaba pasando a mi alrededor y cuando digo alrededor me refiero a mi vida.

El tic tac no eran mas que mis pensamientos diciéndome que  era hora, era hora de tomar el maletín y dejarlo porque dejé de ser a su lado. Mire una vez más esa taza de café aunque esta vez la acerqué a mis labios sorbiendo un poco de ese líquido que por dejar pasar el tiempo se había enfriado justo como mi vida. Mordí mi labio inferior dejando el dinero en la mesa, acomodé mi sombrero dirigiéndome a mi departamento decidida.

Ese anillo no me pertenecía, esa vida no me pertenecía.

Tic, tac, tic, tac sonó el reloj por última vez en mi mente pero el tono había cambiado, era un tic, tac que marcaban el inicio y no el final.