La historia del labial rojo.

labial rojo

Para encontrar los primeros labiales tenemos que trasladarnos a la civilización Mesopotámica en el 5.000 a.C, donde las mujeres trituraban piedras preciosas con la finalidad de teñir sus labios de rojo. A su vez le siguieron las egipcias hacia el 3.000 a.C, los cuales se aplicaban un delicado pigmento de color malva extraído de elementos venenosos como el yodo (0.01% de proporción), el bromo y alheña (tinte de color rojizo) para poder maquillarse, esta composición no fue muy buena para las mujeres, porque derivaba en lo que se conoció como “El beso de la muerte” un perfecto veneno para ellas y para el hombre que las besara. En el año 60 a.C, Cleopatra ideó una fórmula mágica a base de huevos de hormiga, escamas de pescado, y mole de escarabajos para obtener un carmín con un tono rojo profundo.

En Grecia, las mujeres en cambio se maquillaban los labios para indicar que eran prostitutas, lo opuesto que en Roma que para ellos se maquillaban los labios rojos a las damas de clase alta, mientras que en Japón, las Geishas molían pétalos de una flor llamada cártamo para la fabricación de sus propios carmines.

Durante la Edad Media, los islámicos empezaron a comercializar con los labiales rojos y poco a poco se fue extendiendo por Oriente, pero sin mucho éxito ya que la Iglesia se encargó de prohibirlos por ser considerado como brujería y prostitución.

 En 1650 el pastor inglés Thomas Hall, logró que el Parlamento británico prohibiera a las mujeres que se maquillaran los labios rojos y que pudieran ser juzgadas como brujas por ser un color maligno. Lo que llevó a que en 1700 el Parlamento de Inglaterra declaró como método deshonesto a cualquier mujer con maquillaje rojo en sus labios, comenzando una ley anti-cosmética a lo largo del S.XVIII y XIX, llegando así a anular cualquier matrimonio si la mujer hubiera llevado cualquier maquillaje el día de su boda.

El labial rojo permaneció oculto hasta que Elizabeth, recordada como "la reina virgen", lo convirtió en tendencia en las clases más altas.

A finales del S.XVIII, la reina María Antonieta de Francia se volvió a enamorar de la estética del carmín rojo en los labios en la corte y la nobleza, moda a la que también se sumaron los hombres, pero la Revolución Francesa pone fin al rojo en los labios que quedó reservado para los actores y los teatros.

Al finalizar el siglo XIX, hubo dos grandes acontecimientos, uno de ellos fue que la firma de cosmética francesa Guerlain, que comenzó a producir barras de labios y el segundo gran acontecimiento fue que en el año 1883 se creó la primera barra labial moderna creada por dos perfumistas franceses a partir de grasa de venado envuelto en delgado papiro de seda. Pero nuevamente fue rechazado por considerarlo símbolo de prostitución. Dejándolo de nuevo solo para maquillajes teatrales.

A principios del siglo XX, se utilizó el labial rojo como símbolo de rebelión, fuerza, poder e independencia por parte de las mujeres, tanto en Estados Unidos como Reino Unido.

A principios de este siglo muchas sufragistas estadounidenses llevaban lápiz de labios rojos como símbolo de independencia y desafío femenino

  Desde entonces, el lápiz de labios rojo sigue siendo un símbolo de poder y nuestro símbolo de belleza. En 1920, por fin se consigue el derecho al voto a las mujeres y en ese momento Gracias a Miss Arden, el lápiz de labios rojo contribuyó a que las mujeres de todo el mundo se sintieran en todas las situaciones  hermosas, femeninas y revolucionarias.

En el año 1915, el estadounidense Maurice Levy unió un lápiz labial sólido a un receptáculo que se deslizaba y lo colocó dentro de un tubo de metal con tapa, un nuevo formato más cómodo, ya que la barra se deslizaba a la parte superior gracias a una pequeña palanca, permitiendo que tuviesen mejor aceptación entre las mujeres por ser más práctico.

Adolf Hitler odiaba el lápiz labial rojo. Durante la Segunda Guerra Mundial porque los labios rojos eran sinónimo de audacia y de valentía femenina.

El motivo se remonta a 1912, cuando muchas mujeres, encabezadas por Elizabeth Cady Stanton y Charlotte Perkins Gilman, se manifestaron en pro del movimiento sufragista frente al salón de Elizabeth Arden en Nueva York. La fundadora de la marca de cosméticos, que acababa de abrir su negocio hacia apenas dos años, era también una declarada defensora de los derechos de las mujeres y se alineó con la causa entregando gratuitamente muestras de pintalabios en rojo brillante a las que luego fueron apodadas sufragettes. Para Candy Stanton y Charlotte Perkins Gilman, ese color era el idóneo para escandalizar a los hombres, adoptándolo como un signo de rebelión y de liberación de la misoginia.

Cuando los hombres marcharon a las trincheras durante la Segunda Guerra Mundial y las mujeres empezaron a ser cruciales en fábricas y otros trabajos que anteriormente ocupaban ellos, optaron por ir con los labios rojos. Era como un estandarte que les permitió conservar un sentido de su propia identidad desde antes de la guerra.

También se utilizó para manifestaciones a favor del aborto.

“De esta forma, al igual que con otros elementos clave de la comunicación no verbal, la indumentaria y la cosmética actúan como un regulador social que nos permite interactuar con el resto de los individuos que forman parte de nuestra comunidad.

La ropa o los adornos son uno de los medios mediante los cuales los cuerpos se vuelven sociales y adquieren sentido e identidad. El rostro es quizás el vehículo primordial de nuestro hablar interactivo. “Nuestra cara, a través de nuestros ojos, nariz, labios, mejillas, barbilla y dientes, es el principal factor comunicativo de nuestra persona. Por esta razón, el maquillaje es tan importante desde la antigüedad. Inicialmente no se asociaba a necesidades de embellecimiento y seducción, pero sí que estaba intrínsecamente vinculado a motivos de carácter mágico, religioso, tribal o bélico.

Fuentes: evauty.com y huffingtinpost.es